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El deporte ya es economíaDurante años, al deporte lo encasillaron como gasto social. Hoy la evidencia lo saca de esa esquina: según la Cuenta Satélite del Deporte de Bogotá (IDRD–DANE), en 2023 el valor agregado del deporte alcanzó $4,1 billones y creció 11% frente a 2022. Ese no es un relato; es economía real con encadenamientos productivos que ya están ocurriendo en la ciudad. Detrás de esas cifras hay rostros y oficios: entrenadores que formalizan su servicio, clubes que aprenden a medir su impacto, empresas que integran bienestar como estrategia y barrios que activan comercio, turismo y empleo alrededor de la práctica deportiva. La “economía invisible” del deporte dejó de ser invisible cuando se midió con metodología oficial y se publicó para toda la ciudad. Ese cambio de paradigma no llegó por decreto, llegó por acción: por organizaciones que dejaron de operar a ciegas y empezaron a gestionar con datos, convirtiendo la pasión en productividad. A partir de aquí, hablar de deporte sin hablar de economía ya no tiene sentido. Propósito en acción: nuestra estrella guíaNuestro propósito superior no es un slogan; es un norte que se siente en la calle. Cuando decimos que conectamos el deporte con la innovación, la tecnología y la sostenibilidad, hablamos de algo concreto, que busca ver a un club que antes sobrevivía a punta de voluntad, entenderse como actor económico y social activo. Que pasa de ver a una entrenadora que solo llevaba planillas, medir su impacto y sentarse a negociar con argumentos. Ese es el trayecto: del “hacer por hacer” al hacer con sentido. En Suba, por ejemplo, un mapa deja de ser un archivo cuando se convierte en ruta: la caracterización abre una puerta, la formación afina el rumbo y la digitalización enciende el tablero. Lo que antes era intuición suelta se vuelve sistema: datos que cuentan historias, historias que convocan aliados, aliados que transforman el barrio. Así funciona nuestro propósito: primero conecta, luego ordena, después acelera. Y cuando esa lógica aterriza, las piezas encajan: el torneo deja economía en el comercio local, la escuela deportiva mejora hábitos y convivencia, el club con indicadores atrae inversión. Propósito, datos y acción: tres palabras que, juntas, cambian la conversación de “apóyenos” a “invirtamos juntos”. Porque el deporte, cuando se gestiona con esa estrella guía, deja de ser evento y se vuelve proyecto de ciudad. Del territorio al escenario: una voz que ya pesa en la economía del deporteLlegar al Foro de Economía del Deporte no fue cuestión de agenda, fue consecuencia. Cada conversación en los barrios, cada proyecto implementado con rigor, cada alianza que creímos imposible, nos trajo hasta aquí. Lo que hoy se escucha en ese escenario —que el deporte genera valor, empleo y bienestar— lleva años latiendo en las calles, en los clubes que perseveran, en los gestores que aprendieron a hablar el lenguaje de la productividad sin perder la esencia de la pasión. Conexión Esfera llega al foro no como invitado, sino como parte viva del proceso. Hemos demostrado que cuando las organizaciones se piensan como ecosistemas, el deporte se convierte en economía y la economía se humaniza. En el marco del Clúster de Recreación y Deporte de la Cámara de Comercio de Bogotá, hemos tejido un relato colectivo donde el deporte no pide espacio: lo conquista con resultados, innovación y propósito. Hoy no celebramos un punto de llegada, sino un punto de inflexión. Porque si algo nos ha enseñado este camino es que la transformación no ocurre en el micrófono, sino en la acción; no en los aplausos, sino en la constancia. Y ahí seguiremos: llevando la voz del territorio al escenario, recordando que la economía del deporte no se mide solo en cifras, sino en la capacidad de mover voluntades, inspirar cambios y sostener comunidades.
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