Este artículo no busca ser cómodo. Porque en el deporte, como en la vida, lo que no se nombra no existe. Y si hoy hablamos del abecedario HLGBTQIA+ —con esa H disruptiva al frente— es porque nombrar es la única forma de visibilizar y transformar. Lo diverso no es una amenaza ni un exceso: es la base para que el deporte sea, de verdad, para todes.
El deporte se aprende con reglas, pero se vive con etiquetas. Y esas etiquetas pesan cuando determinan quién puede jugar y quién debe callar, qué puedes ser y qué no.
En este articulo decidí empezar el abecedario con la H. HLGBTQIA+. Porque ser heterosexuales también nos hace diversos. Esa supuesta normalidad no otorga más derechos ni nos convierte en mejores; nos recuerda que la diversidad nos atraviesa a todes.
Lo que viene no pretende dar respuestas morales. Pretende incomodar. Porque si hablar de diversidad todavía choca con dogmas, prejuicios y miedos, entonces bienvenidas las preguntas incómodas.
Me intriga la incomodidad que generan tantas letras. No voy a ser hipócrita: yo también lo he sentido en otro contexto. Cuando voy al oftalmólogo y me dicen que tengo miopía, astigmatismo y queratocono, pienso que me gané todos los males posibles.
Esa sensación me reveló algo: cuando alguien ve un abecedario largo, la mente lo traduce en problema. Y así, para la mayoría, el HLGBTQIA+ se percibe como una lista de “males”.
Pero no lo es. Igual que en la salud, las letras no inventan nada: solo nombran lo que ya existe. El problema no son las letras. El problema es una sociedad que todavía confunde diversidad con enfermedad.
Eso me lleva a otra pregunta: ¿acaso los heterosexuales no somos diversos también? Sí, somos mayoría, pero ¿quién decidió que esa preferencia sexual nos da más derechos en la vida y, en particular, en el deporte?
La mayoría no debería ser sinónimo de privilegio. Y sin embargo, en el deporte lo es: en el profesional, con atletas que prefieren ocultar su identidad por miedo a perder contratos, patrocinios o la titularidad. En el aficionado, con jóvenes y adultos que soportan insultos, burlas y agresiones en la cancha del barrio o del colegio.
Y aquí aparece una palabra que conocemos bien: “salir del clóset”. Un término tan usado que se volvió objeto de chiste, como si revelar quién eres fuera un espectáculo o una exageración. Pero la realidad es otra: en lo profesional, salir del clóset puede costar la carrera; en lo aficionado, puede costar la seguridad personal.
No basta con frases bonitas. El silencio, disfrazado de neutralidad, se vuelve cómplice. Y esa complicidad se siente en cada insulto que se deja pasar, en cada talento que abandona el deporte por miedo, en cada cuerpo que juega con temor.
Aquí quiero traer algo personal: hace poco me salió un lipoma en la espalda. Me duele, me incomoda y, aunque tomo pastillas para controlarlo, el problema sigue ahí hasta que me operen. Con la diversidad en el deporte pasa lo mismo: puedes ignorarla, maquillarla o ponerle parches temporales, pero el dolor sigue ahí. Solo una intervención real —cambios de fondo, no paliativos— puede sanar el problema
Por eso desde Conexión Esfera impulsamos la Liga Arcoíris Discofoot, un proyecto que resignifica la lucha por la igualdad en el deporte. No se trata solo de jugar fútbol con reglas distintas; se trata de crear un espacio donde la comunidad HLGBTQIA+ pueda competir, bailar y existir sin miedo.
Una cancha con todo el abecedario no es exceso de letras, es garantía de derechos. Y para quienes todavía piensan que esto es exageración, aquí algunos datos de nuestra microinvestigación:
• Más del 60% de personas LGBTI+ en Bogotá ha vivido discriminación en escenarios deportivos.
• En Medellín y Cali, los testimonios coinciden en el miedo constante a la agresión verbal y física.
• En más de diez años de políticas públicas, los programas deportivos dirigidos específicamente a esta población han sido casi inexistentes.
• Consecuencia: muchas personas prefieren abandonar la práctica deportiva para protegerse, sacrificando no solo su salud física sino también su bienestar emocional y social.
¿Eso no debería alarmarnos más que un par de letras adicionales en un acrónimo?
El deporte no puede seguir reproduciendo exclusiones disfrazadas de normalidad.
Por eso en este texto decidí empezar el abecedario con la H. Porque ser heterosexuales también nos hace diversos. La llamada “normalidad” no es superioridad: es parte del mismo tejido diverso. Así que, dejen de creerse el premio mayor de la biología por ser heteros.
Si el abecedario HLGBTQIA+ parece interminable, es porque interminables han sido también las formas de discriminación. Y si hoy pedimos que el deporte se escriba con todas esas letras, no es por corrección política: es por justicia, por dignidad y por vida.
Un deporte con todo el abecedario HLGBTQIA+ no es un exceso. Es la única forma de que sea, de verdad, para todes.